8 de marzo de 2016

Que no te sorprenda

Que no te sorprenda, si algún día me ves hurgando con mis dedos entre las cenizas del pasado, achinando los ojos, buscando alguna braza tardía. Quisiera ser libre, pero me has condenado a vivir con el recuerdo de tu risa atrapada entre mis labios.
Mi cuerpo reclama a gritos mi presencia, pero el fantasma en que me he convertido, no tiene oídos ni sustancia. Las manos como nubes, la sangre como humo, la carne etérea como finas gotas de rocío. Quisiera ser libre, pero me has sentenciado a vivir con el sonido de tu voz clavado en mi memoria.

4 comentarios:

  1. Ay...malditas condenas que nos anclan a unos labios que ya no están.

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  2. A veces vamos poniendo barrotes y a la que nos despistamos nos vemos metidos en una cárcel.
    Buen escrito. Saludos.

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    1. Es muy cierto. Construimos muros a nuestro alrededor para protegernos del dolor, creemos que así ya nada ni nadie nos hará daño. Pero llega el día en que descubrimos que esos muros además de protegernos, nos separan de los demás. Y quedamos solos, aislados, y el encierro nos va matando lentamente.
      Un beso! Y gracias por comentar!

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