21 de noviembre de 2015

Sol y luna

Verbos adheridos a una piel desgajada y ancestral
Como cenizas de un pasado, de alquimias incompletas
¿A qué destinos me arrastrará tu ininteligible recuerdo?
Rosas marchitas en tu vientre que alguna vez fue sol
Verbos cenizas y rosas

Sustantivos sobre una retina desgarrada y mineral
Como despojos de un pretérito, de engranajes mutilados
¿A qué caminos me destinará tu indescifrable ausencia?
Claveles ajados en tu espalda que alguna vez fue luna
Sustantivos despojos y claveles   

3 de noviembre de 2015

Antonio

Ayer murió Antonio Dal Masetto, escuché la noticia en la radio hoy por la mañana.
Hace un par de semanas tuve ganas de volver a leer “El padre y otras historias”, pasé por el blog y puse la foto del libro en el recuadro: “Estoy leyendo”…
Dicen que murió el lunes por la madrugada, no sé la hora exacta. El domingo leí hasta que me venció el cansancio, bien pasada la medianoche, me quedé dormido apretando el libro abierto contra el pecho.
No sé si fue casualidad, no sé bien qué fue lo que pasó, pero estoy seguro que ese pedacito de historia bien podría haber sido parte de uno de sus cuentos: La historia del lector que duerme abrazando el libro del escritor que muere esa misma noche.

Imagino que te vas a reír cuando leas esto Antonio, a mí también me hizo reír, mientras escuchaba la noticia de tu muerte se me dibujó una sonrisa en los labios. Parece que entre los dos, le dimos una patada en el culo a la muerte, la muy hija de puta no logró entristecernos esta vez.
Hasta pronto Antonio. 

Es probable que este sea mi recuerdo más lejano. Es un recuerdo feliz. Nos movemos por un camino que baja en la noche. Hace frio. Estoy muy abrigado. Llevo bufanda y gorro. El camino está cubierto de hielo. Lo percibo traicionero bajo mis pies. Pero me siento seguro, avanzo entre mi padre y mi madre. Soy muy pequeño y necesito estirar los brazos hacia arriba para alcanzar sus manos. No tengo imágenes de sus caras. Sólo la presencia de sus cuerpos altos a mi lado. Alrededor la oscuridad es profunda, es un vértigo quieto, no tiene límites. Es bueno bajar en ese misterio que nos rodea. Me parece intuir, lejos por encima de nosotros, sombras de montañas. Tal vez haya grandes estrellas en la noche helada. Si insisto, si me esfuerzo, tal vez logre introducir algún sonido en mi recuerdo. Las voces de mis padres que me hablan desde allá arriba. Seguramente las estoy inventando. ¿Pero quién podría asegurarlo? ¿Quién podría afirmar que es la imaginación la que trae sus voces y no la memoria que trabajosamente las rescata? Ellos me hablan. Ríen. Por lo tanto, son tan felices como yo. O más bien mi felicidad es consecuencia de las suyas. Escarbo un poco más. Hay algo curioso y es que en esa oscuridad donde nos desplazamos, nuestras figuras están rodeadas de luz. Eso dice mi recuerdo. Nos rodea un halo luminoso. ¿De dónde nace? ¿Es esa la luz que después me acompañará en otros caminos, en las ciudades? ¿Es la que me servirá de alivio, de apoyo, ante las debilidades, las renuncias y los peligros? ¿Es el bautismo protector contra la mordida de los años que vendrán? Pero falta mucho para eso. Falta una eternidad para que esos años lleguen. Ahí, rodeados por montañas invisibles, estamos dentro de un momento absoluto. No existen necesidades. Mi padre, mi madre y yo somos el centro del mundo. Nos bastamos. 

Montañas - El padre y otras historias - Antonio Dal Masetto

15 de octubre de 2015

Seres extraños

¡Qué belleza!...


No sé si me habrás visto, en alguna reunión
soy el que está sentado solo, en el sillón
No te preocupes cuando, te parece verme mal
nada más estoy pensando, como cambiar el mundo

Y cuando duermo boca abajo sueño
y la mente se va, a jugar por allá
dejando el cuerpo acá, no la puede alcanzar

Cuando me acuesto miro el techo y pienso
en las cosas de mí, que no soporto más
Pero no importa, el tiempo está para cambiar
y empezar dar amor de nuevo

Y empezar, a dar amor
y a recibirlo, si estás dispuesto a darlo
Y empezar, a ver mejor
qué están buscando, esos seres extraños

Me siento sincero y tanto, que nunca puedo bailar
cuando no lo está escuchando, el corazón
Si me ves por la calle, seguro que voy cantando
golpeando las manos, o revolviendo el aire
haciendo redoblar el pecho

Y cuando duermo boca abajo sueño
que la tierra no está, repartida entre los
que tienen más poder, eso es un ajedrez

Cuando me acuesto miro el techo y pienso
que hay una parte que, yo nunca te conté
Cuando me quedo solo, a veces pienso en vos
y en empezar a dar amor de nuevo

Y empezar, a dar amor
y a recibirlo, si estás dispuesto a darlo
Y empezar, a ver mejor
qué están buscando, esos seres extraños

11 de septiembre de 2015

Paciente

Culminada la espera en la sala de guardia de un hospital, uno termina comprendiendo definitivamente y para siempre, el verdadero significado de la palabra “paciente”…
Pasan las horas, y hay mucho tiempo para meditar. Y de tanto meditar uno podría llegar a convertirse al hinduismo, morir en la sala de espera y reencarnar por ejemplo, en un conejo…

- Número 187, pase por favor…
- Pss, pss, aquí, aquí abajo doctor
- Pepepero usted es un conejo…
- Si doctor, ya no hace falta que me atienda. Pero si no es mucha molestia ¿podría conseguirme una zanahoria? 

5 de enero de 2015

You are never alone

Revisé hoy mi bandeja de entrada y encontré un correo enviado por YouTube (de esos que llegan cada tanto, con las novedades) y en el asunto decía: “Nunca estás solo”…
¿Casualidad? No existen las casualidades…


it's ok, you can take a condom
it's ok, you can take Valtrex
it's ok, you can get an abortion
and then keep on keeping on

it's ok, you can take a Prilosec
it's ok, you can take Vioxx
and it's ok, you can get a quadruple bypass
and then keep on keeping on

you are never alone

it's ok, in moderation
it's ok, cutting down
it's ok, you can quit tomorrow
but for now keep on keeping on

it's ok, you can take the Bible
and it's ok, you can be saved
and it's ok, you can be forgiven
and for now keep on keeping on

you are never alone 

Vic Chesnutt - You are never alone 

El día que Chesnutt murió, Michael Stipe, cantante de REM y uno de sus más antiguos fans, escribió en su web una sola frase: "Hemos perdido a uno de los grandes". Estoy de acuerdo, dice Mark Kitcatt, que conocía a Chesnutt desde que se cruzaron en Londres en 1994. Era un tipo especial que hacía música extraordinaria a pesar de sus limitaciones. 
Sus limitaciones: a los 18 años Chesnutt sufrió un accidente de tráfico que le dejó en una silla de ruedas para el resto de su vida. No sólo no podía andar, tampoco tenía movilidad en tres dedos de la mano izquierda. Y eso no le impedía tocar la guitarra y el piano de una forma única. Ni le impedía cantar. La desgarrada voz de Chesnutt era su marca. Hablé con él en un concierto el año pasado. Me impresionó cuando me dijo que cantar le causaba dolor. Dolor físico, quiero decir.
"elpais.com: Y Vic Chesnutt huyó al fin de sí mismo"