Todo el Jameson(1) que me quedaba, más de media botella, lo tengo entre pecho y espalda. Era un
néctar –aged 24 years–, y a medida
que pasaba por mi garganta me iba transformando los párpados en membranas de
miel cristalina. Para ver, para sentir mejor a cada minuto que pasaba, la
intensidad cálida de ese momento de gloria, en el cual las imágenes de Merlina
y Majo junto a mí me revelaban mi inmortalidad y mi condición indestructible. Cerca
de las tres de la mañana, yo sólo veía el pequeño reloj sobre la mesa redonda
frente a mí y el mínimo círculo alrededor: Majo a la derecha, Merlina a la
izquierda, y todo el resto del universo desdibujándose hacia una oscuridad
ajena. Si me propusieran que esta fuera la última imagen que me llevara de este
mundo, firmaría.
No me moví de mi lugar cuando Merlina se levantó para irse. Se
inclinó hacia mí y me besó en la cabeza, como bendiciéndome. Majo la acompañó
hasta la calle, y al volver me tomó de las manos y me llevó hacia su cama.
Ahora estoy boca arriba, mirando el color plano del techo en
la semioscuridad del cuarto. Empiezo a sentir la dulzura allí por mi
entrepierna. Cierro los ojos pero entonces todo me da vueltas, así que los
vuelvo a abrir y los dejo clavados en el techo, en lo que apenas puedo adivinar
del techo. El rostro de Majo, con sus cabellos en movimiento empieza a entrar y a salir del cuadro, pero casi no siento su peso encima de mis caderas. Recuerdo vagamente
que la ventana que da al patiecito estaba abierta cuando entramos al cuarto, y
en un ángulo estaba la luna. Ahora siento los cabellos de Majo cayendo a ambos
lados de mi cara como dedos amorosos de un dios que acaricia a su mascota. Y
siento su boca abierta y húmeda sobre la mía, y un leve entrechocar de dientes.
Y otra vez su rostro que se eleva y sale del cuadro, y vuelve a entrar, y
vuelve a salir.
Y me voy, me dejo ir, me doy a las palmas de esta noche con
piel de palimpsesto(2). El mundo se vuelve inconsistente, el mundo es de humo,
pigmento y gelatina. Una placenta viscosa y abrigada, salida del vientre de la
luna y anegada de sus brillos dementes. Me disuelvo como se disuelven en la
noche los lobos de la memoria, liviano y cristalino y mágico como los anillos que goteaban de los ojos del dios que se
sacrificaba a sí mismo en la helada lejanía de los fiordos que aún no habían
sido nombrados. Soy el primero y el último, básico y primordial, soy el Hombre de Oro(3). Respiro fluido y saliva,
aliento hirviente, espumas secretas, y el sabor orgánico y salado de una teta
roza mis labios de uranio y amapola.
Hay un grito y un temblor, y otro microsegundo de conciencia
que me permite sentir todo el cuerpo de Majo desplomándose y apretándose contra
el mío, y también el Hombre de Oro se
disuelve en esa piel de luna siempre nueva, que abre todas las puertas y hace
huir a la muerte y a todas las máscaras.
Las huestes del espanto se eclipsan abochornadas, y me
duermo con el leve ardor de una sonrisa invisible.
(1)Jameson: Whisky irlandés mezclado, producido por primera vez en 1780.
(2)palimpsesto: (Del lat. palimpsestus, y este del gr. παλίμψηστος).
(2)palimpsesto: (Del lat. palimpsestus, y este del gr. παλίμψηστος).
1. m. Manuscrito
antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente.
(3)Hombre de Oro: Hesíodo,
Trabajo y días (vv. 106-201) - Mito de las edades del hombre.
“En los primeros
tiempos, los inmortales que habitan las mansiones olímpicas, crearon una dorada
estirpe de hombres mortales. Existieron aquéllos en época de Cronos, cuando
reinaba en el cielo. Vivían como dioses, con el corazón libre de
preocupaciones, sin fatigas ni miseria; no se cernía sobre ellos la vejez
despreciable, sino que, siempre con igual vitalidad en piernas y brazos, se
recreaban con fiestas, ajenos a cualquier clase de males. Morían como sumidos
en un sueño”
Que erótico y calmo, el texto... entre uno y lo otro... la verdad que original.
ResponderEliminarLa magia de los que saben escribir de verdad...
EliminarJameson, el mejor whisky del mundo.
ResponderEliminarsiempre me engancho como una boluda con las cosas que leés... jaja y todavía me queda pendiente el cuento que me pasaste, qué tonta, me olvidé.
ResponderEliminarJajaja! Y boluda por qué?
EliminarSi, ese cuento larguísimo que te pasé, claro :p