Casi siempre las cosas suceden de forma bien diferente a como las hemos anticipado; es por esto que de nada sirve ensayar de antemano una conversación, o una actitud, o incluso el modo de comunicar a alguien una decisión que juzgamos irrevocable…
…Y no deja de ser curioso que, no obstante, nos sigamos
empeñando en vivir la vida de antemano, en imaginar, presentir y suponer; en
idear una y mil maneras de colocar sobre el tablero de la vida las piezas que
harán, de situaciones casi totalmente imprevisibles, otras situaciones diferentes,
parecidas a como queremos que sean, o como creemos que deberían ser. Se debe
tal vez ello a la tenaz persistencia del hombre en creer, contra toda
esperanza, que es él en última instancia el dueño y señor de su destino; que el
libre albedrío es un regalo o un don y no un castigo, y que está en su mano
disponer las reglas según las cuales se van a regir las diferentes etapas de su
vida. Y aunque si bien es cierto que las grandes decisiones sí las tomamos
nosotros, todas aquellas otras decisiones más pequeñas que en su infinita continuidad
nos han ido llevando a ellas, y a las que casi no prestamos atención, son obra
en su mayor parte de cosas o personas que nos son ajenas, sobre las que no
tenemos el menor dominio, y cuyo comportamiento nos resulta imposible tanto
preveer como modificar.
Verónica Fernández Muro - Los miedos olvidados
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