9 de mayo de 2012

Tormenta

Primero es un murmullo, luego un silbido y ahora un rugido irreconocible que aumenta en oleadas cada vez más violentas. 
Golpes secos, latigazos, cascada de vidrios rotos, remolino de hojas y papeles, danza de cortinas blancas, sombras deformadas por lámparas bamboleantes.
Tierra, tierra que entra por las ventanas abiertas, por las que se esperaba solamente un poco de fresco. Tierra con hojas, palitos, pelusa, flores, pelo, lana, briznas de pasto. 
Tierra, que se mete en los ojos, que reseca la boca, que ensucia la ropa y los muebles; viento que golpea las puertas, que chista, que gime, que aúlla. 
Estrépito de carros, de tanques de guerra, de gigantescos derrumbes, de catástrofes cósmicas; precedido de ráfagas azules deslumbrantes, que se clavan en el horizonte por un segundo visible. 
Lluvia, lluvia torrencial, desmadrada, arrasadora, limpia, fría, olorosa; olor a tierra mojada, a plantas y flores, a perro y a bicho, a fresco, y a frío. Lluvia pareja, calma, serena, repiqueteo monótono que se apaga, colores esfumados, claridad, silencio, paz.

Diana Pesoa 

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