13 de noviembre de 2011

Hasta hoy


Muy bien,

he aquí lo que he visto hasta hoy:
Cada cuerpo un bastión de "lo mío-que jamás será lo tuyo ni lo nuestro"
Miedo incontrolable: miedo ciego a abrir la puerta 
y dejarnos ver unos a otrosque estamos desnudos
Procesiones incontables corriendo atrás del amor ideal, 
un fantasma que siempre se disuelve, siempre, al dar vuelta a la esquina
Inventos infructuosos de cualquier tenor y alcance
para convencerse de que la felicidad pueda ser alguna otra cosa, 
que entregarse a los demás
Reglas, dictámenes, teorías y credos inútiles
(Porque no le dan cabida al alma,
bendita en su repulsión a los encierros;
porque son el Olimpo de los necios que creen en llegar a alguna parte, 
enviando al amor al destierro, por ser indefinible)
Multitudes de hipócritas apedreando a los que muestran sus manos vacías;
pesimistas sin ningún motivo;
optimistas sin ningún motivo;
lo-que-sea-istas subidos al carro de turno;
la desconfianza, alimentada de saber 
que el otro esconde en sí los mismos monstruos;
el odio, nacido de no reconocer los monstruos en nosotros mismos;
la máquina de forjar hombres a imagen y semejanza
de un Dios perverso, vengativo e ignorante
Separación, separación por todas partes: esto no es, aquello no es,
lo otro ni lo de más allá (y el doloroso precio de la soledad)
Los muertos echando tierra estéril 
sobre la divina semilla de la infancia en las escuelas;
la mirada impotente y mezquina de los padres
que se proclaman dueños de los Hijos de la Vida,
(¡La Vida!, ¡que jamás espera nada de nadie!);
los que quieren que todo quede como está
saqueando con gritos, balas o vergüenza
los dones de la juventud

¡Un océano tan vasto de dolor
cuando todo podría ser tan distinto!

He visto, también, los que no cejan: buscando a tientas;
aferrándose (o soltándose) al centro en las mareas cambiantes;
dejando un tenue rastro del perfume inconfundible en los vientos furiosos;
librando, cada día, la batalla más difícil, la única noble, la de adentro;
borrando con su propia sangre los dictados negros (propios y ajenos);
equivocándose, equivocándose y volviendo a empezar;
dudando de sus fuerzas, pero ofreciendo el pecho;
sabiendo que está todo por hacer, 
y que tendrá que ser hecho cada vez, por cada uno;
templando su coraje, en la negrura más espesa de la noche

Pedro Aznar

1 comentario:

  1. GENIAL. SIMPLEMENTE GE-NIAL.

    Jajaja prefiero esperar un toque y acercarme de a poco, quisiera evitar la violencia viste (aunque la última vez que arañé así, gané jajaj).
    Os mantendré informado, querido! :)

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