28 de junio de 2012

El egoísta

"Un espejo no improvisa, no se toma libertades.
Un espejo copia, imita, se enamora de su modelo y eso es todo"



En realidad es muy simple, sólo pienso en mí. Todo lo que me interesa en este mundo, está de algún modo relacionado, más o menos íntimamente conmigo. Adoro empezar las oraciones con la palabra YO. YO es como un exquisito postre, lo saboreo lentamente, consintiendo a mi paladar, a mi lengua…
Lo que me interesó de esta mujer, fue su parecido físico conmigo, me vi en ella como un espejo humano que se mueve, habla, me sigue. Que fascinante fue reconocer mi rostro sobre el cuerpo de una mujer. Inmediatamente, me enamoré de mí…
Me llevé bien conmigo, bueno, hasta el accidente…
El YO ya no servía, excepto para decir: YO tengo mucho dolor. El dolor me superaba y ocupaba todo el lugar, en el accidente perdí la mitad de mi rostro... Finalmente el dolor desapareció…
El YO volvió a ocupar su lugar habitual en mi boca: YO tengo calor, YO tengo hambre, YO estoy cansado, YO estoy bien. Todo había vuelto a la normalidad y sin embargo no todo estaba bien, ya no podía vivir así conmigo. En realidad es muy simple, su suave rostro observándome, aunque ya no se veía como el mío, se parecía tan poco a mí que comencé a odiarla. Un espejo no improvisa, no se toma libertades. Un espejo copia, imita, se enamora de su modelo y eso es todo.
En cualquier caso, en realidad es muy simple, después de eso, volví a enamorarme de mí mismo inmediatamente…

Alain Gagnol  - Jean Loup Felicioli

24 de junio de 2012

Lunares

Él quiso probar las frutas exóticas
Y se adentró en una selva de flores desérticas
Le guiñó una niña de perfil
De pechos dulces y de rojo carmín
Y al fondo la lluvia del mes de Abril

Planetas oscuros poblaban su máquina
Su mejor receta era pasar la página
Se fue hacía él le dijo
Ya estoy aquí, yo soy Lunares
Y él no supo que decir
Y al fondo la lluvia del mes de Abril

Quítame el fuego del alma, quítamelo
Abre tu puerta Lunares y guárdalo
Déjame comprarte tu cariño
Deja que me salgan sin permiso por mi boca
Tus lunares por mi boca

Él quería quererla a la forma clásica
Y ella había sudado su vida entre sábanas
Él vio mil noches sus lágrimas salir

Ella encontró un corazón que compartir
Y al fondo la lluvia del mes de Abril

Olvida mis hombres, mi vida, mi tránsito
Tu eres mi clientela, mi sombra, mi pálpito
Si tú me quieres busca un cielo para mí
Y llévate estos lunares junto a ti
Lejos de la lluvia del mes de Abril


23 de junio de 2012

El cantor de tango

Ayer terminé de leer “El cantor de tango” de Tomás Eloy Martínez. Por algún motivo que desconozco, hay libros que me obligan a leer con desesperación; puedo dejar de comer y de dormir si es necesario, con tal de acabar una historia. Pero hay libros que necesitan tiempo, que imponen pausas, que invitan a ser digeridos lentamente. Y ese fue el caso de “El cantor de tango”; me llevó más de un mes terminar de leerlo, de disfrutarlo, de deshojarlo. La historia transcurre en Buenos Aires, desde la mirada de un extranjero que llega a la ciudad, en busca de un mítico cantor de tangos. Un cantor que tal vez existió -o existe- pero que se ha perdido en el laberinto de una ciudad abrumadora. Y es ella, la ciudad, la protagonista de la historia…
Hoy caminaba por la Avenida Rivadavia, una madre se detuvo y señaló hacia arriba, le dijo a sus dos hijos pequeños: - ¡Miren que linda luna! Levanté la vista y una media luna perfecta -enorme- se dejaba ver entre los edificios, como pintada sobre el cielo del atardecer. A veinte metros de distancia dos policías intentaban resucitar a un hombre que había sufrido un infarto, los labios morados, la mirada ausente de un cadáver. Seguí caminando con un nudo en la garganta. Otra vez la ciudad la protagonista de la historia….




"Habría querido decirle a mi amigo que, como extraños a Buenos Aires, él y yo éramos quizá más sensibles que los nativos a su hermosura. La ciudad había sido erigida en el confín de una llanura sin matices, entre pajonales inservibles tanto para la alimentación como para la cestería, a orillas de un río cuya única gracia es su anchura descomunal. Aunque Borges trató de atribuirle un pasado, el que ahora tiene es también liso, sin otros hechos heroicos que los improvisados por sus poetas y pintores, y cada vez que uno toma en las manos cualquier fragmento de pasado, lo ve disolverse en un monótono presente. Siempre fue una ciudad en que abundaban los pobres y se debía caminar a saltos para esquivar las cagadas de perros. Su única belleza es la que le atribuye la imaginación humana. No está rodeada por el mar y las colinas, como Hong Kong y Nagasaki, ni la atraviesa una corriente por la que han navegado siglos de civilización, como Londres, París y Viena. Ningún viajero llega a Buenos Aires porque está de paso en el camino hacia otra parte. Más allá de la ciudad no hay otra parte: a los espacios de nada que se abren al sur ya los llamaban, en los mapas del siglo XVI, Tierra del Mar Incógnito, Tierra del Círculo y Tierra de los Gigantes, que eran los nombres alegóricos de la inexistencia. Sólo una ciudad que ha renegado tanto de la belleza puede tener, aún en la adversidad, una belleza tan sobrecogedora." 

14 de junio de 2012

Fool's gold

No sé si será la gripe, o la fiebre… Pero después de tres días seguidos, de despertarme cantando esta canción creo que se merece una entrada…

 …no te voy a preguntar a donde vas
no te comuniques conmigo, no te voy a extrañar mucho
excepto algunas veces, temprano por la mañana…



Fool's gold 

You told me that you'd stay with me
And shelter me forever
That was a hard promise to keep
I can't blame you for the bad weather

After all that has been said and done
I won't ask you where you're going
Don't keep in touch, I don't miss you much
Except sometimes early in the morning

Now use your silver tongue once more
There's one thing that I'd like to know
Did you ever believe the lies that you told?
Did you earn the fool's gold that you gave me?

Lhasa de Sela



2 de junio de 2012

La ruptura

Helge Krog


Ella esperaba que todo lo que había ocurrido, nos ayudaría a salir de nosotros mismos, y emprender una nueva vida. Pero no pudo ser, fue demasiado tarde. Habíamos construido los muros a nuestro alrededor, tan anchos y espesos, que al final fueron más fuertes que nosotros. Y aunque tuviésemos corazón para derrumbarlos, no tendríamos fuerza para ello. Queríamos hacer algo inconcebible. Queríamos parar la corriente de la vida y guardarla. Creíamos que lo habíamos conseguido, que ya teníamos apresada la corriente, pero no observamos que entonces, ya no había corriente, tan sólo había un remolino.
Tú puedes tener una orilla junto a un río, y fuerza en el río cuando pasa por delante de ti, puedes poseer la vida cuando pasa por ti. Pero el río, la corriente, eso no puedes tenerlo, No puedes poseer la vida, seguirá su curso, hacía el mar. Si pretendes pararla, tenerla, entonces se muere en ti y entonces mueres tú mismo, porque la vida no está en ti.
Nadie se da cuenta del día, hasta que se pone el sol.