El taxista le habla, ella lo ignora, respira profundo por la
nariz para no ahogarse. Ella sorbe otra vez, aprieta la caja de cartón para que el jugo
suba, y aunque la pastilla no logra bajar empieza a disolverse de tanto líquido.
Si pudiera apenas inclinar la cabeza hacia atrás lo lograría, pero no puede,
ella no, a su cuerpo no le está permitido ese pequeño sacudón que cualquiera
hace para tragar una aspirina, entonces se inclina de costado en el asiento, se
desliza para que la pastilla logre pasar esa curva que no pasa, y esta vez lo
consigue, ahora si, la pastilla le raspa la garganta y desaparece, pero ella,
relajada, cae sobre su propio brazo que todavía sostiene el cartón de jugo,
intenta enderezarlo para que no se derrame, queda recostada de lado. Espera.
El taxista enciende la radio y eso le da esperanza, cree que
la radio lo mantendrá callado, pero se equivoca, porque el locutor habla de las
mismas cosas que el taxista, como si lo conociera. Despotrica aún con más ahínco,
enojado, actúa su enojo para que no queden dudas, es así nomás, apoya el
taxista y la busca por el espejo. ¿Se le cayó algo señora? Me caí yo, contesta
Elena. ¿Está bien? Muy bien, muy bien, le dice ella desde su posición. ¿Necesita
ayuda? No, no, ya tomé la medicación. ¿Quiere que pare? No, quiero que siga. ¿No
estará por lanzar, no? ¿Lanzar qué? Vomitar señora. Pero no hombre, estoy
enferma nada más. ¿Qué enfermedad tiene? Parkinson, dice Elena. Ah, Parkinson,
repite él, a mí una vez me dijeron que a lo mejor tenía pero no, era por la
bebida, el tembleque que tenía era por la bebida, a mí me gusta la bebida…
…Y Elena piensa que ella no sabe si le gusta, pero que nunca
toma. Piensa en el vino que no bebe, mientras mira una araña que camina de una
costura del techo a la otra. Debería haberse emborrachado alguna vez en la
vida, y aprendido a manejar, y a usar bikini, piensa. Un amante, también tendría
que haber tenido un amante, porque el único sexo que conoció es el que tuvo con
Antonio, y eso era un orgullo, haber sido de un solo hombre. Pero hoy, vieja y
doblada, caída sobre su brazo, sabe que nunca más habrá sexo para ella. Elena no
siente orgullo, siente otra cosa, tampoco pena, ni bronca, siente un
sentimiento que no sabe que nombre tiene, eso que uno siente cuando se descubre
tonto. Haber guardado la virginidad para quién, haber sido fiel por qué,
haberse mantenido casta después de viuda con qué motivo, con qué esperanza,
creyendo qué. Ni virginidad, ni fidelidad, ni castidad, significan para ella
hoy lo mismo tirada en el asiento de ese taxi. Ni sexo. Se pregunta si podría
tener sexo con alguien si quisiera. Se pregunta por qué no quiere, si por el
Parkinson, por la viudez, o por la edad. O por la falta de costumbre después de
tanto tiempo sin siquiera pensar en eso. Se pregunta si una mujer con Parkinson
que quisiera tener sexo podría. Se ríe imaginándose en la próxima consulta, haciéndole
la pregunta al doctor Benegas…
…En la radio empiezan a pasar un bolero y el taxista lo
tararea. Bésame mucho, dice el cantante, y el taxista le contesta, como si
fuera esta noche la última vez.
Elena sabe - Claudia Piñeiro
Grosa Elena. Yo digo que sí, que le pregunte al médico.
ResponderEliminarAhora yo me quedo imaginando cómo sería el Parkin-sex... Ja.
Jajaja! Me enamoré de Elena. Es una muy buena historia, un poco triste, pero sin golpes bajos. Realidad pura y dura.
ResponderEliminaryo me decia, que no sea con el taxista que no sea con el taxista... decime que no fue con el taxista!!
ResponderEliminarTe lo digo, no fue con el taxista.
EliminarTodos dicen -incluso la policía- que Rita, la hija de Elena, se suicidó. Pero "Elena sabe" que a su hija la mataron, está convencida. El viaje en taxi es parte de su búsqueda.
Este texto me trae a la mente a una muujer que dejo de sentirse mujer, pero que, en el fondo,muy en el fondo, no se resigna. La vida misma, vaya.
ResponderEliminarNo se resigna porque está buscando al asesino de su hija, aunque ya casi no tiene fuerzas, viaja para encontrarse con alguien que supone la puede ayudar. Pero en ese encuentro la historia da un giro inesperado. Es una muy buena novela, la trama me atrapó desde el primer momento.
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